San Ignacio (año 107 DC) primer obispo de Antioquía

San Ignacio de Antioquía nombra a la Iglesia Católica 


San Ignacio (año 107 DC) primer obispo de Antioquía discípulo de San Juan, nombra por primera vez a la Iglesia, como 
Iglesia Católica 

Ignacio de Antioquía (Ἰγνάτιος Ἀντιοχείας) 


Es uno de los padres de la Iglesia (año 107 dc)y, más concretamente uno de los padres apostólicos por su cercanía cronológica con el tiempo de los apóstoles.​ 

Es autor de siete cartas que redactó en el transcurso de unas pocas semanas, mientras era conducido desde Siria a Roma para ser ejecutado o, como él mismo escribió:

... para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo.


San Ignacio (año 107 DC) primer obispo de Antioquía


Ignacio de Antioquía, 


Su arresto y ejecución se produjeron a comienzos del siglo II. Aparte de eso, solo se sabe que fue obispo de la ciudad de Antioquía de Siria. 

El conocimiento sobre Ignacio se centra, por tanto, en el final de su vida, pero ello basta para hacer de él uno de los padres apostólicos mejor conocidos. Ignacio es un mártir del cristianismo y uno de los santos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa, que celebran su festividad el 17 de octubre​ y el 20 de diciembre,5​ respectivamente.
La primera noticia de sólida apariencia es que San Ignacio fue obispo de la ciudad de Antioquía. Lo afirma el propio Ignacio en una de sus cartas.​ 

Lo aseveran Eusebio​ y otros Padres de la Iglesia, y así se le considera actualmente. 

Es un dato relevante, pues el episcopado de Antioquía era uno de los más prestigiosos de la cristiandad.

Antioquía de Siria, conocida también como Antioquía del Orontes, Antioquía «la Grande» o Antioquía «la Bella», era en aquella época una de las principales ciudades del Imperio romano y la tercera urbe más poblada, después de Roma y Alejandría.


Condena a muerte


En ese diálogo, entre Ignacio y el Emperador Trajano escenificado en la misma Antioquía, Trajano pregunta con arrogancia:

¿Quién eres tú, demonio miserable, que desobedeces mis mandatos...?

La respuesta de Ignacio es la que cabría esperar de él.

Nadie llama miserable al portador de Dios, al «Teoforo».

Trajano, contrariado, le sentencia a muerte.

Esmirna

Esmirna, situada en la costa occidental del país, era en aquel tiempo un populoso puerto de mar y paso de algunas rutas comerciales. 

En la época de Ignacio, su obispo era Policarpo, que recibió a Ignacio en nombre de la iglesia de los esmirniotas. 

Según el Martirio colbertino, ambos «habían sido en otro tiempo discípulos y
oyentes del Apóstol Juan», posibilidad que Jerónimo de Estridón también considera.

Durante su estancia en la ciudad, las iglesias vecinas de Éfeso, Magnesia del Meandro y Trales enviaron delegaciones para saludar a Ignacio y atender sus necesidades. 

Ignacio habló con ellas y tuvo así noticia de la existencia de disensiones y heterodoxias en la zona. 

A consecuencia de ello, redactó tres cartas: «A los efesios», «A los magnesios» y «A los tralianos» y las entregó a las respectivas delegaciones para que fuesen leídas en la «ekklesia» o asamblea. 

Su intención al escribirlas era combatir las «falsas doctrinas» que, según él, amenazaban a las comunidades y reforzar con su apoyo la autoridad de los obispos locales. 

El hecho mismo de escribir cartas tenía ciertas resonancias históricas, pues en aquel tiempo era conocida la carta que Pablo de Tarso había escrito a los efesios medio siglo antes.

La «Carta a los romanos» es un ruego humilde donde la jerarquía se difumina e Ignacio se despoja de su autoridad.

No os doy órdenes como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles. Yo, un condenado a muerte.

De las cartas de san Ignacio esta es la más importante por su contenido y su testimonio de cristiano para afrontar la muerte.

Carta a los esmirniotas

La carta a la comunidad de Esmirna (Turquía) fue enviada desde la ciudad de Tróade. 

Pertenece al segundo grupo de las cartas redactas camino al martirio. 

En ella felicita a la comunidad por la fortaleza de su fe y también aborda algunos de los problemas que la comunidad enfrentaba por ser éste un tiempo de muchas herejías y confusiones.

La primera parte de la carta revela que en esta comunidad circulaban doctrinas próximas al docetismo – herejía del siglo I que veía en la Encarnación de Cristo tan solo una apariencia – por eso insiste en que toda la vida de Cristo, desde su Encarnación hasta su Muerte y Resurrección es verdadera y no simple apariencia. 

San Ignacio se pone a sí mismo como testigo de esta verdad:

Porque si solo en apariencia fueron hechas todas estas cosas por nuestro Señor, luego también yo estoy cargado de cadenas en apariencia. ¿Por qué, entonces, me he entregado yo a la muerte?

El lenguaje de la carta es muy duro contra todos aquellos que niegan la verdadera humanidad de Cristo. 

Pues si los mismos ángeles son juzgados si no creen en la sangre de Jesucristo, también lo serán aquellos que no escucharon las profecías ni la ley de Moisés, ni el Evangelio.

No me pareció bien escribir sus nombres, siendo infieles. Hasta ni me acontezca recordarlos si quiera…

Quienes no son capaces de reconocer a Cristo como verdadero Dios y verdadero hombre, tampoco serán capaces de reconocer que la Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

Además, el autor da testimonio de la jerarquía tripartita: episcopado monárquico, presbiterado y diaconado. 

Seguidamente exhorta a la obediencia a los obispos, pidiendo encarecidamente la unidad en la fe e insistiendo en el hecho de que el obispo es el dispensador de los misterios de Dios, por lo que ni el bautismo, ni el ágape, ni la Eucaristía pueden celebrarse sin él.

San Ignacio es el primero en referirse a los fieles colectivamente como la «Iglesia Católica». «Católico» es un término griego que significa «universal»
.
(parrafo de la carta a los de Esmirna):

Donde está el obispo está la comunidad, así como donde está Jesucristo está la Iglesia católica (καθολικη εκκλησια)

La carta termina con saludos y agradecimientos para la comunidad y los conocidos de Ignacio en Esmirna y hace una nueva alusión a la paz alcanzada por la Iglesia en Antioquía (Siria) luego de que las persecuciones cesaron.


Carta de San Ignacio a los Tralianos

FIRMA Y SALUDO

Ignacio, llamado también Teóforo, a la que es amada por Dios el Padre de Jesucristo; a la santa iglesia que está en Trales de Asia, elegida y digna de Dios, teniendo paz en la carne y el espíritu por medio de la pasión de Jesucristo, que es nuestra esperanza por medio de nuestra resurrección en Él; iglesia a la cual yo saludo también en la plenitud divina según la forma apostólica, y le deseo abundantes parabienes.

LOA DEL DESTINATARIO

1   He sabido que tenéis una mente intachable y sois firmes en la paciencia, no como hábito, sino por naturaleza, según me ha informado Polibio vuestro obispo, el cual por la voluntad de Dios y de Jesucristo me visitó en Esmirna; y así me regocijé mucho en mis prisiones en Jesucristo, que en él pude contemplar la multitud de todos vosotros. Por tanto, habiendo recibido vuestra piadosa benevolencia de sus manos, di gloria, pues he visto que sois imitadores de Dios, tal como me habían dicho.

LA VIDA SEGÚN JESUCRISTO

2   Porque cuando sois obedientes al obispo como a Jesucristo, es evidente para mí que estáis viviendo no según los hombres sino según Jesucristo, el cual murió por nosotros, para que creyendo en su muerte podamos escapar de la muerte.

Es necesario, por tanto, como acostumbráis hacer, que no hagáis nada sin el obispo, sino que seáis obedientes también al presbiterio, como los apóstoles de Jesucristo nuestra esperanza; porque si vivimos en El, también seremos hallados en Él.

Y, del mismo modo, los que son diáconos de los misterios de Jesucristo deben complacer a todos los hombres en todas las formas. Porque no son diáconos de carne y bebida sino siervos de la Iglesia de Dios. Es propio, pues, que se mantengan libres de culpa como si fuera fuego.

SIN JERARQUÍA NO HAY IGLESIA

3   De la misma manera, que todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni aun el nombre de iglesia.

Y estoy persuadido que pensáis de esta forma en lo que respecta a estas cuestiones; porque he recibido la muestra de vuestro amor, y la tengo conmigo, en la persona de vuestro obispo, cuyo comportamiento es una gran lección, cuya mansedumbre es poder; un hombre a quien creo que incluso los impíos prestan reverencia. 

Siendo así que os amo, os trato con blandura, aunque es posible que escriba de modo más estricto en su favor; pero no creí que tuviera competencia para hacerlo, y que, siendo un reo, os dé órdenes como si fuera un apóstol.

TEMORES EN LA ABALANZA

4   Tengo muchos pensamientos profundos en Dios; pero procuro tener mesura, no sea que perezca a causa de mi jactancia. Porque ahora debería tener más miedo y no prestar atención a los que quisieran que me enorgulleciera; porque los que me halagan son para mi como un azote.

Porque aunque deseo sufrir, con todo no sé seguro si soy digno de ello: porque la envidia del diablo verdaderamente muchos no la ven, pero contra mí está librando una guerra encarnizada. Así pues, ansío ser manso, con lo cual el príncipe de este mundo es reducido a la nada.

CARISMAS SOBRENATURALES

5   ¿No soy capaz de escribiros de cosas celestiales? Pero temo que pudiera causaros daño siendo vosotros aún niños. Así que tened paciencia conmigo, para que no os atragantéis no siendo aún capaces de ingerirlas.

Porque yo mismo también, a pesar de que estoy en cadenas y puedo comprender cosas celestiales y las formaciones de los ángeles y las revistas de los príncipes, cosas visibles y cosas invisibles, yo mismo, no por esta razon soy un discípulo. Porque carecemos de muchas cosas, para que no nos falte Dios.

LA MALA HIERBA DE LA HEREJÍA

6   Os exhorto, pues - aunque no yo, sino el amor de Jesucristo-, que toméis sólo el alimento cristiano, y os abstengáis de forraje extraño, que es herejía.

Porque estos hombres incluso mezclan veneno con Jesucristo, imponiéndose a los otros con la pretensión de honradez y sinceridad, como personas que administran una porción letal con vino y miel, para que uno no lo reconozca, y no tema, y beba la muerte con un deleite fatal.

CONTRA LA HEREJÍA, UNIÓN CON EL OBISPO

7   Estad, pues, en guardia contra estos hombres. Y será así ciertamente si no os envanecéis y si sois inseparables de [Dios] Jesucristo y del obispo y de las ordenanzas de los apóstoles.

El que está dentro del santuario es limpio; el que está fuera del santuario no es limpio; esto es, el que hace algo sin el obispo y el presbiterio y los diáconos, este hombre no tiene limpia la conciencia.

LA FE, CARNE DEL SEÑOR; LA CARIDAD, SANGRE DE JESUCRISTO

8   No es, realmente, que haya sabido de alguna cosa así entre vosotros, pero estoy velando sobre vosotros siempre, como amados míos, porque veo con antelación los lazos del diablo. Por tanto armaos de mansedumbre y cubríos de la fe que es la carne del Señor, y el amor que es la sangre de Jesucristo.

Que ninguno tenga inquina o rencor alguno contra su prójimo. No deis ocasión a los gentiles, para que no ocurra que por algunos necios la multitud de los píos sea blasfemada; porque Ay de aquel por cuya vanidad mi nombre es blasfemado delante de algunos.

REGLA DE FE CONTRA LOS DOCETAS

9   Sed sordos, pues, cuando alguno os hable aparte de Jesucristo, que era de la raza de David, que era el Hijo de María, que verdaderamente nació y comió y bebió y fue ciertamente perseguido bajo Poncio Pilato, fue verdaderamente crucificado y murió a la vista de los que hay en el cielo y los que hay en la tierra y los que hay debajo de la tierra.

El cual, además, verdaderamente resucitó de los muertos, habiéndolo resucitado su Padre, el cual, de la misma manera nos levantará a nosotros los que hemos creído en El - su Padre, digo, nos resucitará -, en Cristo Jesús, aparte del cual no tenemos verdadera vida.

ENTES FANTASMALES

10   Pero si fuera como ciertas personas que no son creyentes, sino impías, y dicen que Él sufrió sólo en apariencia, siendo ellos mismos mera apariencia, ¿por qué, pues, estoy yo en cadenas? Y ¿por qué también deseo enfrentarme con las fieras? Si es así, muero en vano. Verdaderamente estoy mintiendo contra el Señor.

PLANTACIONES QUE NO SON DEL PADRE

11   Evitad, pues, estos viles retoños que producen un fruto mortal, que si uno lo prueba, al punto muere. Porque estos hombres no son plantados por el Padre;

porque si lo fueran, se vería que son ramas de la cruz, y su fruto imperecedero - la cruz por la cual El, por medio de Su pasión, nos invita, siendo sus miembros. Ahora bien, no es posible hallar una cabeza sin miembros, siendo así que Dios promete unión, y esta unión es Él mismo.

SALUDOS Y RUEGOS

12   Os saludo desde Esmirna, junto con las iglesias de Dios que están presentes conmigo; hombres que me han confortado en todas formas, tanto en la carne como en el espíritu.

Mis cadenas, que llevo por amor a Jesucristo, os exhortan suplicando que yo pueda llegar a Dios; permaneced en vuestra concordia y en oración los unos con los otros. Porque os conviene a cada uno de vosotros, y de modo más especial a los presbíteros, el alegrar el alma de vuestro obispo en el honor del Padre [y en el honor] de Jesucristo y de los apóstoles.

Ruego que me prestéis atención en amor, para que no sea yo testimonio contra vosotros por haberos escrito estas cosas. Y rogad, también, vosotros por mí, que tengo necesidad de vuestro amor en la misericordia de Dios, para que me sea concedida la suerte que ansío alcanzar, a fin de que no sea hallado reprobado.

SALUDOS FINALES

El amor de los Esmirneanos y los Efesios os saluda. Recordad en vuestras oraciones a la iglesia que está en Siria; de la cual [además] no soy digno de ser llamado miembro, siendo el último de ellos.

Pasadlo bien en Jesucristo, sometiéndoos al obispo como al mandamiento, y del mismo modo al presbiterio; y cada uno de vosotros ame al otro con corazón indiviso.

Mi espíritu es ofrecido por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando llegue a Dios. Porque todavía estoy en peligro; pero el Padre es fiel en Jesucristo para satisfacer mi petición y la vuestra. Que podamos ser hallados intachables en Él

"Prefiero la muerte en Cristo Jesús que al poder sobre los límites mas lejanos de la tierra.

Martirio de San Ignacio de Antioquía año 107 DC en Roma